Batalla de Junín

León Galindo en la batalla de Junín

León Galindo, quien por entonces tenía el grado de Coronel de Infantería de Colombia fue convocado a participar en la batalla de Junín como comandante del batallón Bogotá, el que a su vez formaba parte de la Segunda División de Infantería del Ejército de Colombia comandado por el Gral. José María Córdova. Sin embargo, Galindo no llegó a participar de la batalla pues ésta se desencadenó y concluyó antes de que las fuerzas de infantería, de las que él formaba parte, llegaran al campo de Junín.

La batalla de Junín se desarrolló únicamente con caballerías usando armas blancas, con bajas significativas.

Desarrollo de la batalla

La batalla se desarrolló en la pampa de Junín o también llamada la Meseta de Bombón, situada en el centro del Perú en el actual departamento de Junín a orillas del lago llamado Junín o Chinchaycocha que está situado a 4000 msnm. La planicie está ubicada en la región natural de la puna o altoandina, entre los distritos de Junín, Ondores y Carhuamayo de la región Junín y el distrito de Ninacaca de la región Pasco.

El 6 de agosto el ejército de Canterac, formado por 1.300 jinetes, y entre menos de 6000 ​- 7000 infantes y nueve piezas de artillería,  marchaba apresuradamente alrededor del lago Junín tratando de evitar el combate con Bolívar. Esa tarde el Ejército Unido había cruzado el río Grande a la altura de Rumichaca, al llegar a una elevación pudieron observar al ejército realista en retirada acercándose a la llanura de Junín.

Sin perder tiempo, Bolívar ordenó a 900 jinetes de su caballería intentar detener a los realistas mientras la infantería, que aún se encontraba a 5 kilómetros de distancia, los alcanzaba. Viendo esto, Canterac ordenó a su infantería continuar la retirada y poniéndose él mismo a la cabeza de sus hombres, desplegó su caballería en batalla ordenando que los «Húsares de Fernando VII» y los «Dragones del Perú» formaran una sola línea teniendo a los «Dragones de la Unión» en columna a los dos flancos para favorecer el envolvimiento de la caballería patriota.

El terreno era difícil, la caballería destacada por Bolívar marchaba en columnas por un espacio angosto entre un cerro y un pantano. El mando general de toda ella lo ejercía el general Mariano Necochea, el de la caballería colombiana el coronel Lucas Carvajal y el de la peruana el general Guillermo Miller.​ Encabezando la formación iba el regimiento de Granaderos de Colombia comandado por Otto Philipp Braun, seguido por el escuadrón de Granaderos de los Andes al mando de Alejo Bruix, el regimiento de Húsares del Perú del coronel Antonio Placencia, y el regimiento de Húsares de Colombia del coronel Laurencio Silva. La caballería independentista salió del trecho por el que venía y comenzó a desplegarse en la pampa, pero cuando únicamente los «Granaderos de Colombia» habían formado en batalla y el tercer escuadrón de «Húsares del Perú» aguardaba en la quebrada de Chacamarca su turno para entrar en la línea, fue cargada por la caballería realista.

Inicio de la batalla

Los «Granaderos de Colombia» recibieron a pie firme el choque de la caballería española enristrando sus largas lanzas a modo de picas, desconcertando a sus contrarios con esta estrategia y deteniendo durante un instante el ataque realista.

El general Miller que conducía a 250 «Húsares del Perú» con la misión de desbordar la derecha de Canterac no pudo ejecutar esta maniobra por lo precipitado del ataque realista y hubo de cargar de frente siendo envuelto junto a los «Granaderos de los Andes» y los «Húsares de Colombia» que mandaba el general Necochea quien herido y desmontado fue hecho prisionero. Únicamente una parte de los «Granaderos de Colombia» al mando del mayor Braun lograron abrirse paso entre las filas contrarias quedando en posición ventajosa mientras que el resto de la caballería patriota se replegaba perseguida por la realista. Al presenciar el crítico momento, el general Bolívar, que junto a su estado mayor había estado observando el combate sobre una loma a orilla del lago con grave peligro para su persona, se retiró a retaguardia preocupándose en reunir los dispersos de su caballería y acelerar la marcha de la infantería. Es entonces que es alcanzado en dicho lugar por el general Jacinto Lara. quien conducía la primera de las divisiones patriotas.

Empeñados todos los escuadrones realistas en la persecución de un enemigo al que creían derrotado, perdieron su cohesión inicial sin percatarse que aún quedaba sin entrar en batalla el primer escuadrón de Húsares del Perú al mando del coronel Manuel Isidoro Suárez. 

El flanco izquierdo y retaguardia de los realistas quedaron expuestos y en ese momento el mayor comunicó a Suárez una falsa orden del general José de La Mar, dada a é José Andrés Rázuri ste por Bolívar, de cargar a la caballería realista que galopaba en persecución de los patriotas.

Ordenada y dirigida la carga por Suárez, los realistas fueron tomados completamente desprevenidos y masacrados. El grueso de la caballería patriota al mando de Miller, quien había tomado el mando general por la captura de Necochea, volvió grupas para regresar al ataque, distinguiéndose en esta parte de la batalla el coronel Silva quien rápidamente reorganizó a los Húsares de Colombia impidiendo que los realistas lograran rodearlos.

Ya los independientes habían sido arrollados; a pesar de su arrojo y decisión no habían podido resistir al terrible impulso de la caballería de los realistas; ya estos empezaban a entonar el himno de la victoria cuando dos escuadrones enemigos que estaban a retaguardia al mando del teniente coronel Suarez, se lanzaron sobre los vencedores que se hallaban asimismo en el mayor desorden y confusión mezclados con los vencidos. Reunidos estos con aquella masa de bronce que se hallaba en perfecta formación, cayeron de nuevo sobre los diseminados realistas, los acuchillaron horrorosamente, los obligaron a ponerse en pronta retirada, y les arrebataron el campo de batalla.

Atacados por sorpresa y atrapados entre dos frentes patriotas, los realistas se desmoralizaron y volvieron grupas, sin que el general Canterac que en ese momento se encontraba al frente de sus jinetes pudiera advertir el motivo de este contraste que se realizaba «inesperadamente, sin que pudiera imaginar cual fue la razón» según informó después al virrey La Serna. Arrojados a la llanura y dispersos en grupos aislados, los realistas fueron derrotados tras un encarnizado combate librado solamente con armas blancas (sables y lanzas), sin que se registrase durante la acción disparo alguno. Por esto se le llamó «la Batalla silenciosa». Las compañías de infantería que Bolívar había mandado llamar arribaron al campo cuando la lucha había concluido.

Final de la batalla

Los jinetes del general Canterac fueron perseguidos hasta las filas mismas de su infantería, donde desoyendo las opiniones de algunos de sus oficiales como la del coronel Dionisio Marcilla, quien había comandado la derecha y padecido menos, que sugerían reagruparse y volver al ataque. Canterac ordenó continuar la retirada con tal celeridad que en los veteranos e intactos batallones españoles se introdujo el más sensible desaliento. El entonces brigadier Andrés García Camba diría años más tarde que en Junín la brillante y engreída caballería del ejército realista perdió todo el favorable prestigio y la ventajosa reputación que había sabido adquirirse en las gloriosas campañas anteriores.13​

El Ejército Unido obtuvo una importante victoria. El resultado de esta batalla fue de 254 muertos y heridos y 80 prisioneros  para el bando realista y de 148 soldados muertos y heridos (145 según el parte oficial) para el bando independentista.