Primeros años

de la República

Sucre y Galindo en el Alto Perú

Luego del triunfo de Ayacucho, y siguiendo instrucciones de Bolívar, el general Sucre entró en territorio del Alto Perú el 25 de febrero de 1825. Ingresó con las tropas del ejército colombiano que combatieron en las batallas de Junín y Ayacucho.

El propósito de esa incursión, según Bolívar, era dar fin con el último bastión realista, comandado por Pedro Antonio Olañeta y proceder a la organización política y militar de ese territorio. El Cnl. León Galindo Camacho, integrante del ejército colombiano, fue a partir de entonces uno de los más estrechos colaboradores de Sucre.

Sucre ingresó al Alto Perú con dos propósitos principales: Liquidar el último bastión realista, comandado por Pedro Antonio Olañeta y proceder a la reorganización del sistema administrativo sumido en el caos y la debacle económica tras 15 años de enfrentamientos que a su vez ocasionaron un profundo vacío de la Audiencia de Charcas. Ambas misiones implicaban la impostergable necesidad de tomar decisiones sobre el futuro del Alto Perú.

La primera de sus tareas, la eliminación de los últimos focos de resistencia realista, fue fácilmente resuelta como consecuencia de la batalla de Tumusla y su desenlace.

La segunda, la reorganización de todo el sistema burocrático, administrativo y económico legado de la colonia fue un desafío de gran magnitud.

La importancia de Potosí

Potosí era el centro principal de la vida económica y administrativa del Alto Perú. pues gran parte de los funcionarios de la Audiencia de Charcas dependían directamente del presupuesto de la Casa de la Moneda. Era además de vital importancia reactivar la actividad minera, principal sustento económico de la audiencia de Charcas y de la naciente república.

Potosí tenía también gran importancia desde el punto de vista militar pues durante los 15 años transcurridos entre 1810 y 1825 el control de las minas y de la Casa de la Moneda fue objetivo principal de las fuerzas contendientes. De Potosí dependía además el territorio del Litoral, y por consiguiente Cobija, el único puerto altoperuano, y al sur tenía límites aún no definidos con las Provincias Unidas del Río de la Plata.

La prefectura de Potosí

Desde su ingreso al Alto Perú, Sucre puso especial empeño en la recuperación de la productividad de la minería de Potosí y en el restablecimiento de un sistema administrativo del que desde principios de la era colonial dependía todo el territorio de la antigua Audiencia de Charcas.

Potosí era el centro principal de la vida económica y administrativa del Alto Perú. pues gran parte de los funcionarios de la Audiencia de Charcas dependían directamente del presupuesto de la Casa de la Moneda. Era además de vital importancia reactivar la actividad minera, principal sustento económico de la Audiencia de Charcas y de la naciente república.

Potosí tenía también gran importancia desde el punto de vista militar pues durante los 15 años transcurridos entre 1810 y 1825 el control de las minas y de la Casa de la Moneda fue objetivo principal de las fuerzas contendientes. De Potosí dependía además el territorio del Litoral, y por consiguiente Cobija, el único puerto altoperuano, y al sur tenía límites aún no definidos con las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Consciente de la vital importancia de Potosí para la consolidación de la independencia del Alto Perú, puso la administración económica, política y militar en manos de quienes más confianza le inspiraban.

Entre febrero de 1825 y marzo de 1826 Sucre designó sucesivamente a Guillermo Miller, José María Pérez de Urdininea y Casimiro Olañeta como prefectos de Potosí.

Por diferentes motivos, ninguno de ellos logró afrontar exitosamente la reorganización económica, política y militar de Potosí, por lo que en marzo de 1826 encomendó esa función al Cnl. León Galindo Camacho, quien se había hecho merecedor de toda su confianza.

Galindo, prefecto de Potosí

Como prefecto de Potosí, Galindo tuvo que afrontar simultáneamente graves problemas administrativos, políticos y militares cuya solución quedó pendiente tras las breves gestiones de sus tres antecesores: Miller, Pérez de Urdininea y Olañeta.

Entre los administrativos se destacaba la precaria situación económica de Potosí y por consiguiente de todo el territorio del Alto Perú.

Los problemas políticos tenían su máxima expresión en las pugnas por el control de las arcas de Potosí y del presupuesto del aparato estatal del que directa o indirectamente dependía gran parte de la población criolla del Alto Perú y muy especialmente la residente en La Plata.

Y en lo militar, a pesar de que con la batalla de Tumusla quedó aniquilado el último foco de resistencia realista, no cesó el acoso de facciones que no se mostraban dispuestas a permitir la formación de un nuevo estado independiente y pugnaban, en cambio, por la adhesión del Alto Perú al Perú, por el norte, y a las Provincias Unidas del Río de la Plata, por el Sur.

Según relata Francis Burdett O’Connor, Sucre había pensado en él para el cargo de Prefecto y Comandante General. Le explicaba que el general Urdininea había sido reemplazado por Casimiro Olañeta en el cargo de Prefecto de Potosí por motivos relacionados a su mala conducta, pero el doctor era ministro de la Corte Suprema, donde estaba siendo necesitado, y sólo fue elegido como el reemplazo porque no había otra persona de confianza presente en ese entonces.

Ante la negativa de O’Connor, Sucre convocó a Galindo y encomendó al primero la tarea de explorar la costa de Atacama para asegurar que la nueva república cuente con un puerto adecuado a sus requerimientos.

Caída de Sucre

El gobierno de Sucre estuvo marcado desde su inicio por las disputas internas que se desataron de un extremo a otro de las antiguas colonias españolas.

El territorio del Alto Perú no era una excepción sino que, lejos de ello, era escenario de las más intensas disputas pues su propia existencia dependía de ello.

Los ataques contra Sucre y su gestión de gobierno fueron resultado de una confusa mezcla de desavenencias políticas, ideológicas y administrativas en la nueva república, a las que se sumaban similares factores que desde Perú se plasmaron en la intervención de ese país en asuntos bolivianos.

Sucre ejerció el gobierno hasta el 18 de abril 1828 cuando fue víctima de un atentado que lo dejó gravemente herido, lo que lo obligó a dejar el mando de la república a cargo de José María Pérez de Urdininea.

Poco después del retiro de Sucre forzado por su herida y del consiguiente ascenso Pérez de Urdininea a la presidencia interina, el 1.º de mayo de 1828, se produjo la invasión de tropas peruanas. Exigían el retiro de oficiales y funcionarios grancolombianos del gobierno boliviano, considerando retirar el gobierno que estaba basada en leyes de la constitución vitalicia de 1826, la cual también se impuso en Perú donde sería reemplazada días después.

Fue en esas circunstancias que León Galindo Camacho fue designado Jefe de Estado Mayor del Ejército de Bolivia

Galindo, Jefe de Estado Mayor

En diciembre de 1827 el presidente Antonio José de Sucre nombró al Gral. León Galindo Camacho Jefe de Estado Mayor del ejército de Bolivia, cargo desde el que tuvo que afrontar la intervención peruana encabezada por el Gral. Agustin Gamarra en el frente  externo y las sublevaciones de militares y políticos adversos a la presencia de tropas colombianas en el territorio boliviano, uno de cuyos principales líderes era el Gral. Pedro Blanco, en el frente interno.

El Gral. León Galindo Camacho, en su condición de Jefe del Estado Mayor del ejército boliviano, tuvo una participación protagónica en los enfrentamientos militares y políticos entre fuerzas peruanas y bolivianas, por una parte, y entre partidarios y detractores del gobierno de Sucre y de la constitución bolivariana por otra.

La causa bolivariana, comandada por el presidente interino José María Pérez de Urdininea, el Jefe de Estado Mayor León Galindo, y los generales Miguel López y José Ballivián, fue derrotada debido al debilitamiento y la deserción de su tropa. Mientras se negociaba en Piquiza, hubo un intento parcialmente exitoso de Otto Philipp Braun y Galindo en un asalto de caballería el mismo que desorganizó a todo el ejército peruano pero no fue suficiente para detener el triunfo de la causa adversa a la permanencia en Bolivia de Sucre y las fuerzas colombianas y de la vigencia de la constitución propuesta por Bolívar.

Como consecuencia de la derrota política y militar de las corrientes partidarias del régimen de Sucre y del proyecto de Simón Bolívar, el 6 de julio de 1828 se suscribió el Tratado de Piquiza. Ese tratado puso fin tanto a la intervención peruana como la colombiana en territorio boliviano.

Tras la renuncia de Antonio José de Sucre a la presidencia de la República, y dando cumplimiento a lo acordado en el Tratado de Piquiza, las tropas grancolombianas abandonaron el territorio boliviano, con muy pocas excepciones. Es el caso de León Galindo Camacho, quien para entonces ya había tomado la decisión de no retornar a su país de origen sino establecerse definitivamente en Bolivia. Propósito que tuvo que postergar debido al exilio que le fue impuesto por los regímenes que se sucedieron después de la renuncia de Sucre.